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HaaS: La singularidad humana frente a la IA

Published:  at  12:16 AM
Metal imperfecto, intrincado y artesanal. Photo by: Gustavo Adrián Salvini

Metal imperfecto, intrincado y artesanal. Photo by Gustavo Adrián Salvini

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El valor del origen humano.

En mi anterior reflexión sobre “IA y Orgullo Humano”, evocaba con afecto y nostalgia esas sesiones nocturnas de mate y programación, la profunda satisfacción que nos embargaba al decir: “Che, ¡esto lo hicimos nosotros!”.

Aquel orgullo que trascendía el mero resultado, emanaba del proceso, de la colaboración, de la certeza de que había nacido de nuestro esfuerzo colectivo, de la sinergia de nuestras mentes y nuestras manos puestas a la obra, de la interacción entre personas.

Hoy, la inteligencia artificial prolifera en todos los ámbitos, generando textos, imágenes, videos y código con una velocidad y una magnitud sin precedentes.

Pero, ¿qué sucede cuando el origen humano de lo que consumimos se desdibuja, convirtiéndose en una amalgama algorítmica de contenido preexistente?

La originalidad se vuelve un bien cada vez más escaso.

Mientras escribía estas líneas, pensé ingenuamente que había creado un término nuevo, pero me equivoqué. Evidentemente, varios estamos llegando a ideas parecidas al mismo tiempo.

Consideré por un instante que había logrado acuñar “HaaS”, en mi caso como acrónimo de “Human as a Singularity”. No en el sentido tecnológico de la singularidad que plantea Ray Kurzweil, sino en una acepción más filosófica: la noción de que cada ser humano constituye un punto de origen único e irrepetible, una singularidad de conciencia, experiencia e intención. Y es precisamente ese singular punto de origen humano lo que confiere un valor único y profundo a una creación o servicio, algo que la IA, por definición, no puede emular. Sí, ya vi que existen quienes usan hace tiempo el mismo acrónimo, pero como “Human as a Service”.

¿Podríamos estar vislumbrando un futuro donde, más allá de la eficiencia generativa de los algoritmos, busquemos deliberadamente aquello que emerge directamente de una singularidad humana?

Este post intenta explorar por qué el origen humano podría ser la clave del valor futuro.

El paisaje actual: de la eficiencia del SaaS a la pregunta por el origen.

El paradigma actual está dominado por el Software as a Service (SaaS). Este modelo entrega software vía Internet, liberando al usuario de la instalación y el mantenimiento local. Su éxito radica en la eficiencia, escalabilidad y accesibilidad. Desde CRMs hasta herramientas de productividad, el SaaS es omnipresente.

La Inteligencia Artificial potenció este modelo, añadiendo automatización, personalización y capacidades predictivas y aspira a impulsar la eficiencia a niveles inéditos. Sin embargo, esta misma proliferación de la IA, tanto dentro como fuera del SaaS, está generando una inquietud creciente, un “hartazgo” que va más allá de la mera eficiencia. La IA ya no solo optimiza procesos; genera contenido, toma decisiones y se inserta en dominios que antes considerábamos exclusivamente humanos.

La ansiedad resultante no se limita a la pérdida de empleos, aunque esta sea una preocupación válida tanto para trabajos manuales como intelectuales. Se extiende a cuestiones más profundas: la opacidad de los algoritmos, la falta de cotejamiento ante errores, los sesgos que perpetúan la discriminación, la erosión de la privacidad, la concentración de poder y una sensación de deshumanización generalizada.

Fundamentalmente, lo que parece estar en juego es la pérdida de conexión con el origen humano.

Cuando interactuamos con contenido o decisiones generadas por IA, a menudo falta la certeza de un punto de partida humano singular, con su historia, su contexto, su intención particular. La eficiencia algorítmica, aunque útil, puede sentirse vacía o falta de autenticidad. Este cuestionamiento sobre el origen y la autenticidad de lo que nos rodea, esta duda sobre si interactuamos con una creación genuina de una singularidad humana o con una simulación sofisticada, es lo que podría estar impulsando la búsqueda de alternativas como HaaS (Human as a Singularity). El “hartazgo” es, en el fondo, un anhelo de reconectar con la fuente humana original.

Ecos del pasado: La búsqueda del origen humano.

La historia está repleta de movimientos que, de diversas formas, reaccionaron contra la despersonalización o la pérdida de conexión con un origen humano tangible y significativo. Estos precedentes históricos sugieren que una inclinación hacia HaaS (Human as a Singularity) no sería anómala, sino una reiteración de la búsqueda de valor en la fuente humana.

El Movimiento Arts and Crafts reaccionó contra la producción industrial masiva, percibida como desalmada y de baja calidad. Promovió la artesanía manual, la honestidad de los materiales y la idea de que el objeto reflejaba la integridad y habilidad de su creador singular. Buscaban objetos con un origen claro en la mano y la intención de un artesano.

Los Luditas, más allá de la simple destrucción de máquinas, defendían el valor de su oficio, un conocimiento adquirido a través de años de aprendizaje y práctica. Luchaban contra un sistema que devaluaba el origen de su habilidad y su autonomía como trabajadores calificados.

El movimiento Slow Food surgió como antídoto a la homogeneización y velocidad de la comida rápida. Aboga por alimentos con un origen local y tradicional, valorando la biodiversidad, las prácticas justas y la conexión directa entre el productor (el origen humano) y el consumidor.

El Renacimiento del Vinilo en la era digital muestra un deseo por la tangibilidad y una experiencia de escucha más intencional. El disco físico representa un origen concreto para la música, y el acto de escucharlo se convierte en un ritual que conecta al oyente de forma más directa con la obra y, por extensión, con el artista (su origen).

El movimiento artesanal contemporáneo busca autenticidad y calidad frente a la producción en masa. Se valora el “toque humano”, la historia detrás del objeto que remite a su creador específico, y la singularidad que proviene de un origen no industrializado.

En todos estos casos, vemos una revalorización del origen. Ya sea la mano del artesano, la tradición local, la fisicalidad del objeto o la habilidad específica de un trabajador, lo que se busca es una conexión con una fuente humana singular y auténtica, en contraposición a lo genérico, lo masificado o lo puramente funcional. La “imperfección” valorada en muchos de estos contextos a menudo actúa como una firma, una marca inconfundible de ese origen humano singular.

HaaS (Human as a Singularity) se inscribe en esta lógica: la búsqueda del valor en la fuente humana irrepetible.

Definiendo HaaS: El valor del origen único.

Si el SaaS se centra en la entrega eficiente de funcionalidades, HaaS (Human as a Singularity) se enfocaría en el valor que emana directamente del origen humano único e irrepetible de un servicio o creación. La “Singularidad” aquí no es tecnológica, sino existencial: cada individuo como un centro irreductible de conciencia, experiencia, perspectiva e intención.

HaaS no es simplemente volver a lo manual, sino reconocer y valorar que ciertas cualidades sólo pueden surgir de una fuente humana específica. Mientras el SaaS abstrae al proveedor, HaaS pondría en primer plano la conexión con esa fuente: la habilidad particular, la creatividad, la empatía, el juicio informado por una vida vivida, la interacción directa y la autenticidad que deriva de ese origen singular. El valor no reside solamente en qué se entrega, sino fundamentalmente en de quién proviene y cómo se manifiesta esa singularidad.

Este concepto se alinea con la filosofía del craftsmanship (maestría artesanal). El artesano no es solo un técnico hábil; es una singularidad que imprime su marca en la obra. Su trabajo implica una motivación intrínseca, un compromiso profundo, un aprendizaje continuo y una conexión reflexiva entre su vida (su singularidad) y su obra. A este HaaS lo concibo también como un servicio donde la visión particular y el criterio experto, propios de la singularidad humana, son altamente apreciados.

HaaS también conecta con el valor psicológico de lo “hecho por humanos”. Preferimos productos con origen humano, especialmente aquellos con alto valor simbólico. Asociamos lo hecho a mano con autenticidad, sabiduría y la “dedicación” o “amor” del productor, percibiendo una conexión directa con la singularidad humana que lo originó.

En HaaS, el “servicio” es la expresión de esa singularidad, no es una función abstracta como en el SaaS, sino una interacción o creación que porta la marca inconfundible de su origen humano.

¿Por qué anhelar la Singularidad Humana?

Si HaaS (Human as a Singularity) representa una posible dirección futura, ¿qué aspectos fundamentales de nuestra naturaleza humana, que la IA no puede replicar, la sustentarían?

La búsqueda de autenticidad y el “Aura” del origen.

En un mundo de copias generadas por IA, anhelamos lo auténtico: aquello que es fiel a su origen. La autenticidad está ligada a nuestra autonomía y a la búsqueda de significado. Walter Benjamin habló del “aura” de la obra de arte original, su presencia única e irrepetible ligada a su historia y origen. La reproducción mecánica, y podríamos extenderlo a la generación por IA, diluye esta aura porque desconecta la obra de su singularidad original. HaaS ofrecería precisamente eso: un producto o servicio con el “aura” intacta de su origen humano singular.

Abrazar la imperfección como firma de la singularidad.

Filosofías como el Wabi-Sabi japonés nos enseñan a valorar la imperfección, el desgaste y la asimetría como sellos de autenticidad y del paso del tiempo. El Kintsugi, que repara cerámica resaltando las fracturas con oro, celebra las “cicatrices” como parte de la historia única del objeto. Estas filosofías ven belleza en lo que se desvía de la perfección idealizada. La IA tiende a la optimización y a eliminar la variación. HaaS, en cambio, aceptaría e incluso valoraría la “imperfección” como la firma única e irrepetible de la singularidad humana que la originó, una marca de su autenticidad.

Los límites de la creatividad y comprensión de la IA.

La creatividad humana brota de la singularidad de nuestra conciencia, emociones, experiencias vividas y deseo de expresión. Es intuitiva, a menudo espontánea y ligada a nuestra comprensión profunda del mundo.

La “creatividad” de la IA actual es fundamentalmente combinatoria, basada en patrones de datos existentes. Carece de la experiencia vivida, de la emoción genuina, la autoconciencia y la comprensión del significado que caracterizan a la singularidad humana.

La IA no “entiende” el contexto, la ambigüedad, el humor o la cultura de la misma manera. Puede simular empatía, pero no sentirla. La IA puede ser una herramienta para la singularidad humana, pero no puede ser esa singularidad.

Cognición encarnada: La singularidad anclada en el cuerpo.

Nuestra mente y nuestra forma de entender el mundo están inseparablemente ligadas a nuestro cuerpo físico y a cómo interactuamos con el entorno. La cognición es encarnada. Esta experiencia corporal es fundamental para la perspectiva única de cada singularidad humana. La IA, al carecer de un cuerpo biológico y la experiencia vivida asociada, no comparte este fundamento esencial de nuestra singularidad. HaaS proviene de seres encarnados, cuya perspectiva está moldeada por esta realidad.

Experiencia subjetiva (Qualia): El corazón de la singularidad.

La experiencia humana tiene una cualidad subjetiva irreductible: el “cómo se siente” estar experimentando algo. Estos qualia (la rojez del rojo, el dolor, el sabor) son la esencia de nuestra conciencia fenoménica.

La IA procesa información, pero carece de esta experiencia subjetiva genuina.

El arte, a menudo, busca comunicar los qualia del artista, la esencia de su singularidad.

Un servicio HaaS ofrece interacción con una fuente que posee esta dimensión subjetiva.

Intencionalidad original.

Nuestros estados mentales son intrínsecamente acerca de algo. Esta “direccionalidad” es la intencionalidad. John Searle distingue entre la intencionalidad original, intrínseca a las mentes/singularidades humanas, y la intencionalidad derivada de artefactos como el software o la IA, que les es conferida por nosotros.

La IA no tiene su propia “intencionalidad” original hacia el mundo.

Susurros de lo metafísico: El “Alma” como esencia de la singularidad humana.

Cuando hablamos del “alma” de una creación humana, especialmente en contraste con la IA, nos referimos a esa cualidad intangible que parece capturar la esencia única de su origen humano singular. Una obra “con alma” comunica autenticidad, emoción, la intención y la perspectiva irrepetible de su creador. Se siente “viva” porque conecta con la singularidad humana que la originó. Una obra “sin alma” se percibe como genérica, mecánica, carente de esa huella personal.

Este “alma” metafórica es la manifestación perceptible de la conciencia, los qualia y la intencionalidad original de la singularidad humana creadora. Es el reflejo de una mente encarnada que interpreta y da forma al mundo desde su perspectiva única.

Conclusión: Tejiendo una narrativa para el HaaS.

Hemos explorado cómo la eficiencia del SaaS y la IA generativa nos llevan a cuestionar el valor del origen de las cosas. La propuesta de HaaS (Human as a Singularity) surge como una respuesta a esta inquietud, no como un rechazo a la tecnología, sino como una reafirmación del valor único que reside en la fuente humana singular.

La historia nos muestra patrones recurrentes donde la sociedad busca reconectar con orígenes auténticos y significativos frente a la masificación o despersonalización.

HaaS se inscribe en esta tradición, postulando que la conciencia, la experiencia subjetiva, la cognición encarnada, la intencionalidad original y la creatividad que emanan de cada singularidad humana son irremplazables y constituirán una fuente de valor cada vez más apreciada. La “imperfección” se convierte en la firma de esta singularidad, y el “alma” en la metáfora de su esencia.

Un futuro que abrace HaaS no sería una regresión, sino una evolución consciente hacia la valoración del origen. Reconocería que, junto a la eficiencia algorítmica, existe un valor profundo –quizás premium– en aquello que solo puede nacer de la singularidad irrepetible de una mente y una experiencia humanas.


Gracias por leer.



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